En España, con una densidad de población media, clima mediterráneo en buena parte del territorio y una importante agricultura, el uso agropecuario del agua alcanza el 60 % del total, lo que lo convierte a nuestro país en uno de los países europeos con mayor porcentaje de uso agrícola del agua, superando por ejemplo el 44 % de Italia y el 12 % de Francia, un país con una potente agricultura pero cuyas necesidades de agua de riego son cubiertas de forma natural por las precipitaciones.
Así, el desarrollo de estructuras de riego sostenibles se ha convertido en el factor determinante del ahorro del agua en nuestro país, que en las últimas décadas ha conseguido reducir notablemente el consumo de agua por tonelada agrícola producida.