La nueva perspectiva global de la vida como un fenómeno planetario que se extiende desde el interior de la corteza a las más altas capas de la atmósfera e incluso más allá de la Tierra, ha llevado a los ecólogos a hablar de un aeroplancton, una biomasa formada por esporas, granos de polen y todo tipo de organismos unicelulares o pluricelulares que viven en la atmósfera terrestre y lo utilizan como medio para dispersarse por la superficie terrestre.
Por supuesto, este nanoplancton se encuentra también en las nubes y en las transparentes gotas de lluvia que, al microscopio, adquieren una singular actividad.
Vida en una gota de lluvia:
¿Una lluvia alienígena o una fase areoplanctónica?
El el verano de 2001, varios episodios de lluvia roja en el estado indio de Kerala llamaron la atención de la comunidad científica, que en un principio atribuyó el fenómeno a un meteorito. Aunque pronto se comprobó que la lluvia era debida a una extraordinaria concentración de esporas de un hongo del género Trentepohila, común en la región, la notoriedad pública del suceso fue avivada por algunos físicos partidarios de la teoría de la panspermia, que en 2006 adjudicaron un origen extraterrestre a aquellas esporas.
El debate científico y la atención pública generada, sin embargo, ha permitido constatar que las lluvias rojas se repitieron en los veranos de 2006, 2007, 2008 y 2012, lo que permite sospechar de la existencia de una fase areoplanctónica en el ciclo vital de estos hongos, avivando el interés de los ecólogos y biólogos por la atmósfera y las nubes como hábitats biológicos.