Aunque en algunos lugares -como Japón- la alfarería es anterior a la agricultura, en la mayor parte del mundo ambas tecnologías se desarrollaron a la vez, en la necesidad de conservar y medir los productos del campo, tanto sólidos –el grano- como líquidos –vino, cerveza, aceite, perfumes, etc- y por supuesto, el agua. Las variedades y denominación de los distintos recipientes son tan varados como las culturas que los fabricaron y los usos locales e incluso particualares a que fue destinado cada uno de estos recipientes.