La Tierra es un habitáculo de masa constante que recibe su energía del Sol. Así que la práctica totalidad de lo que se hace y deshace en la Tierra debe hacerse con materiales reciclados; éste es el origen de los ciclos naturales, incluyendo el del agua: las lluvias empapan los suelos y se infiltran en el subsuelo o se acumulan en forma de hielo y las aguas superficiales sobrantes son canalizadas formando los ríos y se evaporan o bien van a parar a los lagos o al mar, donde se evaporan y pasan de nuevo a la atmósfera.
El equilibrio del sistema significa que una reserva de agua añadida a cualquiera de estos reservorios supone una merma en los demás.
Así, por ejemplo, los seres vivos, que constituyen un reservorio de agua que es más o menos la mitad del agua de todos los ríos del mundo, ingieren y expulsan en un día una cantidad de agua similar a la que reciben y desaguan todos los ríos del mundo, y este equilibrio se extiende al resto de reservorios del planeta.